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domingo, 29 de junio de 2014

Palabras.

¿Cuántas veces nos hemos atragantado con palabras o nos hemos quedado 'sin palabras? Las palabras, poseen poderes, poderes mágicos. Asombrosos, alucinantes, increíbles.
Con las palabras puedes decir todo y nada. Y, cuando no hay palabras, está el silencio, pero ya hablaré de él.
Pueden ser una declaración de amor. Nerviosa, rápida, espontánea, premeditada. 
Pueden ser una disculpa. Falsa, nacida del corazón, con emoción. 
Pueden ser una bala. Sin querer o queriendo.

Pero a veces, cuesta encontrar las palabras exactas y te preguntas qué palabra es la correcta en la situación que estás
Con la persona que te gusta, se te cortan las palabras, se quedan en la garganta haciendo un nudo y, eso es, porque quieres decirles tantas cosas a la vez, que al final, no dices nada. 
Cuando estás ayudando a una persona y quieres darle las palabras adecuadas que le hagan sentir bien, pero no sabes cuáles tienen ese poder. 

Hay millones, trillones de palabras, tanto hirientes, como la palabra más bonita que puedes escuchar. 
Las palabras pueden ser un lema, un grito, un desahogo, una adicción, una afición, pueden provocar una guerra pero también pueden impedirla.
Hablando se entiende la gente, pero muchas veces la gente no sabe hablar, no sabe qué decir. 
Hablar es un arte, un juego de... palabras, un ataque y una defensa o, incluso, una estrategia que combate sin necesidad de armas.
Hablar, es una guerra. Puedes hacer tanto o más daño que físicamente, aunque quizás, no te das cuenta.

Las palabras, son todo y nada. Las palabras, son vida y una vida sin palabras, es la muerte en vida.

sábado, 14 de junio de 2014

Te amo, idiota.

¡Buenos días, amor!

Bueno, estoy escribiendo esto a las 17:00 de la tarde, me aburro ¿vale? 
Espero que lo estés pasando muy bien hoy, porque si tú estás bien, yo estoy bien. 
Hoy a las 00:00 habremos cinco meses juntos, cinco meses llenos de alegría, de risas, historias, sentimientos y confianza. 
Te has convertido en este tiempo en una persona importantísima en mi vida y no sé que haría ahora si dejáramos de hablar. 
Me encantan los mensajes cursis por las mañanas y, aunque muchas me molesto y algunas veces lloro por alguna tontería, no te la digo, sé que te preocuparías demasiado y te sentirías mal después y no quiero eso, así que, ése tipo de cosas, me las callo. 
Me encanta que de repente, me digas que me quieres o cualquier cosa, ya tu sabes. 
Algunas veces pienso que no te merezco, que eres algo demasiado bueno para mí y que, quizás, merezcas algo mejor. Pero por egoísmo, no te dejo ir, porque te quiero sólo para mí. 
No quiero dejarte nunca, no te voy a dejar nunca así que ¡no pienses eso, nunca! Que yo por mucho que me moleste, siempre estarás tú primero y mi orgullo después, y créeme que nunca pensé que diría eso, en serio.

No sé en qué te fijaste para poder quererme, para poder estar conmigo como lo haces. Porque, asúmelo, es complicado estar con una persona como yo.
A las 22:30, me has preguntado que porqué te quiero ¿de verdad aún no lo sabes? Te quiero porque eres especial, eres cariñoso, simpático, amable, sincero, protector, divertido, soñador y el mejor novio que cualquier chica quisiera tener. 

Siempre estás ahí. Picándome, sonrojándome, apoyándome y haciéndome reír siempre que estoy mal y no cualquiera me aguantaría. Gracias de todo corazón.



''No puedo dormir sin decirte que me haces muy feliz. Aunque suene cursi. Has llenado mi vida de luz. Aunque suene religioso. Te adoro. Aunque suene fanático. Y no quiero que esto acabe nunca. Aunque suene soñador. Te amo. Aunque suene prematuro.''

Corre, vuela y no vuelvas.

Corre, vuela y no vuelvas.
No quiero sufrir más por un mundo corrido por la escoria, un mundo lleno de tristeza y males. Donde el poderoso caballero, es quien tenga más dinero. Dónde se pagan millones a personas que dan patadas a un balón y gente que salva vidas, quizás no llegan a fin de mes ¿qué tipo de mundo es este? 
Me ahogo, no puedo respirar.
No puedo respirar en este mundo lleno de aire contaminado por mentiras, por falsas promesas, por palabras que, en otras épocas, sólo se hubieran pronunciado una sola vez. 
Mi cuerpo de debilita, me canso.
Me canso de un mundo en el que las mejores personas no son capaces de soportar el dolor externo y busca liberarlo con dolor interno, haciéndose daño a sí mismas, porque creen que no valen nada, que es todo culpa suya y, la única culpa, es que son demasiado buenas.
Necesito apoyo, mi alma ya no lo soporta.
Apoyo. Cariño. Compresión. Eso necesitan muchas personas, en vez de críticas, puñales clavados por la espalda, que sean juzgadas por el hecho de que no tienen los mismos gustos, que no son iguales que los demás.
Mi mente se aleja, se aisla.
Se aisla del dolor. Ya no siento nada, ni dolor, ni alegría. ¿Qué habéis hecho conmigo? ¿Con mi alma, con mi inocencia? Me he cansado, ahora ya no soy persona. Ahora soy piedra, hielo, fuego. 
Piedra, hielo y fuego que busca alguien haga una escultura de lo que queda de mi, que funda el hielo en el que me he convertido y que pague el fuego que poco a poco me está consumiendo. 

lunes, 9 de junio de 2014

Se madura con los años.

Corremos de un lado a otro. Lejos y con prisa, pero sin saber dónde vamos. ¿Retrocedemos o avanzamos? ¿Juntos o separados? ¿Para siempre o para un rato? Eso pregunto una y otra vez a la Luna, hasta que me de la respuesta, pero supongo, que no me la dará. 
Siempre que queremos algo, luchamos y una vez que lo poseemos, lo dejamos a un lado, ¿por qué? ¿Ese era todo el interés? Todo lo que has hecho ¿ahora de qué sirve?
Odio eso. Odio esta época loca, en el que se esconden para darse un beso, pero hacer atrocidades en mitad de la calle ¿en serio?
Esta época, donde el 'te quiero' está usado, tragiversado, manipulado de las dolorosas formas.
Donde todos quieren un verdadero amigo, pero ninguno se molesta en serlo y tienes que ir con lupa mirando con quién hablas y en quién confías.
Esta época, donde lo único que se cumplen, son años y esta época, donde en vez de madurar con los años, se madura con los daños.

domingo, 1 de junio de 2014

A través de la pantalla.

Erica entraba por la puerta de su casa apresuradamente, tenía muchísimas ganas de llegar a
su cuarto y poder coger el ordenador, pero su madre se lo impidió.
Erica—Dijo su madre, una mujer de mediana edad. Unas canas adornaban su cabello negro
azabache, pero por lo demás, aparentaba menos edad de la que en realidad tenía—¿Cómo
te lo has pasado con tus amigas?
Muy bien mamá. María José se ''calló'' con ropa a la piscina y fue bastante gracioso
Contestó la joven haciéndo las comillas con los dedos en la palabra ''calló''. La mochila
las supernenas estaba colgada por uno de sus hombros y la toalla alrededor de su cuello.
Seguro que fue totalmente accidental.—Replicó la mujer con un sonrisa en el rostro. Se
acercó a su hija y le besó el pelo tiernamente.— Sube a tu cuarto y cambíate, la cena está casi
lista y tu padre estará al llegar.
La chica subió de dos en dos los escalones de la casa hasta llegar a su cuarto.
Una vez en su cuarto, de color azul pálido, adornado con muchísimas fotos de sus amigas.
También tenía varios pósters de grupos de música. Se dirigió a su armario y congió unas mallas
negras y bastante ancha, una muda de ropa interior y se metió en la ducha, puso un disco de
Green Day en el aparato de música y poner el volumen alto para que ella lo pudiera oír desde la
ducha.
Tardó alrededor de unos veinte minutos en salir del cuarto de baño. Salió de éste con una
toalla secando su pelo oscuro con una toalla a la vez que colocaba la ropa que traía encima de
su cama. Encendió su ordenador y entró en la página que llevaba visitando todos los días,
siempre que podía, una vez entró, vio que tenía un mensaje, lo leyó y decía: ''Espero que te lo
pases bien hoy, te quiero. Te echaré de menos.''
Eran simplemente unas palabras pero a ella le sacaron una sonrisa, le hacía feliz cada vez leía al chico.
Erica baja que ya llegó tu padre.—Le dijo su madre desde las escaleras a pleno grito para
que la oyera. Ella, sin contestar bajó.
Vio a su padre que entraba por la puerta con su traje color negro, camisa blanca y corbata
roja, se acercó a él y le dio dos besos en la mejilla.
Hola papá ¿cómo te fue? —Le preguntó dirigiéndose con él al comedor, donde su madre
terminaba de colocar la mesa.
Hola cariño. Fue un día duro, muchas juntas y reuniones y papeleos, ¿cómo te fue con
María José?—Dijo acercándose a su mujer y regalándole un corto beso en los labios, siempre
hacía ese pequeño gesto de cariño y ya se había hecho rutinario.
Muy bien, fue divertido y nos reímos muchísimo.—Dijo sentándose en la mesa.
Le cena pasó entre anécdotas del día, preguntas sin importacia y temas triviales de
conversación. Mañana era sábado y estaban planeando ir a algún lado todos juntos, aunque
no era seguro ya que amenzaba con mal tiempo.
Mamá, ya acabé, me voy a mi cuarto.—Se levantó cogiendo su plato para llevarlo a la
cocina y dejarlos en lavaplatos, para después, ir a su habitación.
Subió las escaleras rápidamente llegó a su habitación, encendió el portátil y entró en la
página. Una extraña alegría la recorrío cuando vio que estaba Daniel estaba en línea.
Hola—Tecleó rápidamente a la espera de que el chico le respondiera, ante la espera se
metió en su reproductor de música y puso una canción de Three Days Grace.
Hola, te eché de menos hoy. —Le respondió el chico
Yo también te eché de menos.—Dijo mordiéndose el labio. Nunca lo admitiría que estaba
empezando a sentir cosas por aquel chico.—¿Qué has hecho hoy?
Pues no mucho. —Escribió pausadamente, si ella supiera que había estado pensando en
ella todo el día ¿qué pasaría? ¿y si ella también siente lo mismo? Pero es imposible, ella no
cree en este tipo de cosas, pensaba Daniel mientras se mordía las uñas sin querer.— ¿Qué
pasaría si alguien de internet se te declarara?
¿Qué haría? Pues no sé, ahora que lo preguntas, nunca me he planteado enamorarme por
internet. —Mintió.
Ya veo. Oye, me tengo que ir, ¿hablamos mañana?—
Claro. Hasta mañana.
El punto que indicaba que el chico estaba conectado, desapareció ¿y si aprovechaba ahora
para decirle lo que sentía por él? Hasta mañana no lo leería. Se dijo dándose ánimos
mentalmente.
Me gustas.—Escribió y, cerrando los ojos, le dio a enviar y apagó el ordenador y se fue a su
cama. Mañana sería otro día.
En otra ciudad, en otra provincia, a esa misma hora.
Daniel apagó el ordenador esperando que ella le dijera que se quedara un poco más. La había
echado de menos todo el día, aunque Erica le había dicho el día anterior que iba a la piscina de
su amiga, había extrañado sus ''buenos días''. Como no podía dejar de pensar en ella, le escribió
él un mensaje,.
Había estado recordando como se conocieron, las veces que habían dejado de hablar por
diferentes circustancias y ahora, que desde hace unas semanas hablaban a todas horas, se
estaba dando cuenta de que empezaba a verla no solamente como una amiga. ¿Debería
decírselo? Se preguntaba Daniel todas las mañanas nada más levantarse y es que, ella era su
primer pensamiento nada más levantarse y el último nada más acostarse.
Se puso su pijama de cuadros escoceses verdes y azules, se acostó y se quedó pensando que
pasaría si le dijera lo que siente por ella.
10:00 am. En la casa de Daniel. Al día siguiente.
Unos rayos de sol que entraron por la ventana, dando directamente a sus ojos, se desperezó
y se levantó. Bajó a desayunar dando dos besos a sus padres en la mejilla.
Buenos días mamá. Buenos días papá. —Dijo mientras se servía un poco de café y unas
tostadas con aceite.
Buenos días, ¿cómo has dormido?—Preguntó su padre, un hombre de ojos marrones
oscuros y con pijama de rayas azules y blancas.
Bien.—Dijo simplemente. Empezó a comer con cautela. Aunque en el fondo tenía
ganas de poder encender el portátil y hablar con ella.
En la casa de Erica, a la misma hora.
Se levantó de la cama con pesadez, poco rascarse los ojos para quitarse el sueño, recordó lo
que hizo el día anterior. Le había dicho a Daniel que le gusta ¿qué pesará de ella ahora? Se
dijo Eria mientras se metía en el cuarto de baño para lavarse la cara.
Se miró al espejo y vio a una chica de pelo moreno, de media melena que le llegaba por los
hombros, ojos color miel que a la luz del sol se veían verdes claros, dientes rectos gracias a
un espantoso aparato que llevó durante dos años.
Mierda.—Fue lo único que dijo al caer en la cuenta de lo que había hecho ¿cómo pude
ser tan estúpida? Merezco un premio a la más ingenua, por favor. Pensó saliendo del cuarto
de baño y sentándose en la cama, después en el suelo y, por último, la silla del escritorio. Miró
de reojo el portátil ¿habría cotestado ya? Se dijo.
Erica, ¿estás despierta?—Su madre entró a su habtación, al verla en el escritorio, sonrió—
Ya veo que sí, venga, baja a desayunar.—Le dijo yéndose por donde había entrado.
Erica bajó a la cocina pensando en que lío se había metido y en qué podía hacer para
que sonara de manera errónea. ¿Y si me mudo del país? No no... ¿y si no cojo más el portátil?
Tampoco... Siguió deliberando sus opciones con una mirada seria en el rostro, hasta que
legó a la cocina casi sin darse cuenta.
¿Estás bien, cariño?—Le dijo su padre con su pijama de cuadros escoceses rojos y negros
Te veo un poco seria.
¿Q-qué?—Volvió de sus pensamientos cuando oyó la voz de su padre que le llamaba la
atención.— No, no me pasa nada.—Dijo sonriendo débilmente, intentado tranquilizar a su
padre.
Se sentó en la mesa y cogió su baso de leche y bebió lentamente, después una tostada con jamón serrano y aceite.
En la casa de Daniel, a esa misma hora.
El chico de ojos cafés terminó su desayuno, apenas tenía hambre. subió a su cuarto nada más
termianr y encendió su portátil, buscó a Erica y vio que después de él desconectarse, le había
enviado otro mensaje ¿qué será? Pensó mientras le daba a la ventanita y leía me gustas, escrito
por ella, por Erica. ¿De verdad le gusto? ¿O simplemente era una broma pesada? No, ella no es
así .La conozco desde hace varios meses como para saber que ella no diría eso sin sentirlo. Pero
ahora ¿qué le decía? ¿lo que siente por ella? Si, no pierdo nada.con rapidez antes de que se
arrepientiera de lo que iba a hacer. Tú también me gustas. Le dio a enviar y se retrepó contra la
silla en la que se apoyaba y esperó.
En la casa de Erica, en su habitación.
Subió a su habitación con la excusa de que quería leer algo, aunque en realidad iba a coger su
portátil, se enfrentaría a la realidad y afrontaría de la amistad que tenía, estaba acabada.
Encendió su portátil y entró en la página, vio que estaba conectado y que le había respondido.
Su corazón se paró en un momento. Tú también me gustas. Leyó aquellas palabras
memorizando cada una de ellas, no podía creérselo.
¿De verdad?—Escribió con dificultad, aunque intentó no verse muy nerviosa por si sus
padres entraban.
—Sí.—Contestó el chico con sinceridad.
¿Y ahora qué?—Escribió la chica, intentando controlar los latidos de su corazón, era feliz
que ahora mismo no le importaba los 276,1 km que los separaban. Le importaba él. No dejó
contestar al chico, no quería perder la valentía que en ése momento sentía.—¿Quieres salir
conmigo?
En la casa del chico. En ese mismo momento.
Daniel pensaba qué podían hacer ahora ahora que sabían lo que sentían el uno por el
otro pero en ese momento, ella escribió esas simples tres palabras. Quiero salir con ella.
Pero... la distancia. ¡Maldita distancia! ¿Por qué tendrías que existir? Venga, yo puedo.サ —
quiero.—Escribió finalmente, suspirando pesadamente y sonriendo a la pantalla como
cualquier enamorado.
Varios meses después. En la casa de Erica.
Erica llegaba del insituto, como cada día a las dos y media. Le daba dos besos a su madre y
subía a su cuarto, dejaba la mochila tirada por cualquier parte de la habitación. Encendió su
portátil y tenía un mensaje de él: Tenemos que hablar.
¿Qué pasa?—Escribió con apremio en el ordenador.
Me voy del país. No voy a volver a España. Mejor lo dejamos ¿sí?—Escribió el chico. En el
fondo, Daniel se estaba partiendo por dentro, no quería dejarla, estos habían sido los mejores
meses de su vida y dejarla ahora.
¡¿Cómo que te vas?! ¡Necesito una explicación! ¡No es justo que te rindas así! ¡Cobarde,
te odio! No te quiero volver a ver en mi vida. Púdrete a donde quieras que vayas.— Escribió
Erica con lágrimas en los ojos, dando un golpe seco al ordenador.
Se tumbó en la cama y empezó a llorar, llorar por el saber que nunca más sabría de él, nunca
más, que él se había rendido en el primer obstáculo... hasta que finalmente se durmió.
Varios años después.
Daniel entraba por la puerta del hospital con paso firme. Unos vaqueros y una camisa lo
acompañaban.
Perdone, soy Daniel Ortiz, busco al médico Dr. Hernández.—Dijo con tono afable a la señora.
El señor Hernández está de baja, pero tenemos a una sustituta, la consulta es la veinte tres, planta dos.
Daniel asintió y se dirigió a la sala veinte tres, una vez allí picó dos veces la puerta hasta
que oyó un adelante de una voz femenina.
Usted debe ser... Daniel Ortiz ¿me equivoco?—Dijo Erica a la vez que alzaba la vista, y lo
miraba. ¿Es Daniel? ¿Quién se mudó de repente? No, hay muchos Danieles en el mundo, ¿no?
Pero esos ojos... es demasiado parecido... 
Soy la doctora Erica Gómez Daniel palideció dlmente al escuchar el nombre de Erica, la observó detenidamente, sus ojos, sus expresión de sorpresa, todo le indicaba que en verdad era ella, la chica que nunca pudo olvidar. 

lunes, 26 de mayo de 2014

Te quiero.

Dicen que con dieciséis años uno no sabe que es el amor, pero entonces, ¿quién lo sabe? ¿los mayores, los ancianos, los que tienen un amor no correspondido? 

Cada amor es diferente, cada uno lo siente de una manera distinta. 
Hablamos del primer amor pero se puede decir que yo no tuve. 
Cada vez me enamoro de una vez diferente y cada vez muestro una parte de mi distinta. 

No quiero prometerte un para siempre, pero por ti, lo haría.
No quiero decir que serás el último, porque no soy vidente.
No me gusta decir que eres el 'amor de mi vida' ¿para qué usar esa palabra con tanto significado? No quiero usar esa palabra por un sentimiento, quizás, tan efímero como el viento.

Pero por ahora, te quiero. Sólo diré eso. Te quiero, como se quiere a los pañuelos cuando estás resfriada o como se quiere a un abrigo cuando hace frío.
Te quiero como para abrazarte en las partes de miedo y como para llorar en tu hombro cuando veamos una película romántica.
Te quiero como para reírme a carcajadas contigo y como para meterme contigo y terminar con: pero así te quiero.
Te quiero como decirte algo bonito y después decir: pero no es cursi, eh.
Te quiero como para cogerte de la mano y caminar juntos y como comportarnos como niños pequeños.
Te quiero, como para crear recuerdos juntos.

domingo, 25 de mayo de 2014

Querido mejor amigo.

Querido mejor amigo:

Si lees esto, es que ya hemos dejado de hablar es que hemos dejado de ser, mejores amigos. 
Quizás no lo fueras desde hace un tiempo, pero no me di cuenta y te quería a mi lado. Intento no acordarme de nuestros momentos juntos e intento no quedarme pensando en ti demasiado tiempo, sólo lo que se necesita que el recuerdo no duela. 

Nuestra relación se dio en circunstancias raras, siempre te lo he dicho, amigo. 
Intentaré que tu recuerdo no caiga en el olvido, te recordaré todos los meses de enero y no pensaré en ti los meses de mayo. 

Fuiste brisa en época de tempestad. Fuiste agua en mitad de la sequía. Fuiste Mesías en zona no encontrada, fuiste todo en medio de la nada. 

No diré razones por las que terminó nuestra relación, querido amigo, ni tampoco diré razones por la cuáles empezaron. Esta es una carta de adiós, de despedida. Si bajas más por este blog, verás otra entrada, seguro que si empiezas a leerla, sabrás que es para ti. 

No llores con esto, tampoco rías. Léelo como algo normal. Es una cosa normal ¿no? Necesitar despedirse de alguien que alguna vez, fue muy importante.

¿Sabes una cosa? Cada vez creo menos en la relación mejor amigo-mejor amiga, ¿sabes por qué? Uno se acaba enamorando, uno acaba sufriendo, uno acaba mal. 
Te diría que prefiero estar en tu lugar, pero mentiría, lamento que estés así, pero, hay más peces en el mar ¿no? 

Hasta siempre, mejor amigo.